La llamada Medicina Tradicional China (MTC) es una de esas pseudociencias cuyo éxito en nuestra sociedad solo puede explicarse por la fascinación por lo exótico. No puede ser, desde luego, por sus conceptos fisiológicos o anatómicos, que son tan milenarios y tan apegados a la realidad como la creencia en los gnomos o los dragones. Y en cuanto a su eficacia, basta con echar un vistazo a una tabla demográfica para comprobar que la esperanza de vida en China, que con su Medicina Tradicional rondaba los cuarenta años, prácticamente se ha duplicado desde que se introdujo en el país la medicina moderna occidental.
Pero a pesar de lo disparatado de la teoría y lo inútil de la práctica, la MTC está en auge, como demuestran algunas noticias recientes, y quizá por ello la Universidad de Córdoba ha decidido sumar a su oferta académica este curso de Introducción a la Acupuntura y Medicina Tradicional China:
Un curso que ofrece
Conocimiento de los fundamentos teórico-prácticos de la medicina tradicional china, el diagnóstico, los canales, colaterales y puntos, la metodología de la acupuntura y moxibustión y el tratamiento aplicando estas técnicas para dar a los estudiantes de medicina la opción de conocer sus indicaciones y poder complementar su arsenal terapéutico en el futuro […].
Formación basada en el cuerpo teórico de la acupuntura tradicional china, incorporando las investigaciones más recientemente publicadas con metodología científica y que suponen un acercamiento racional a un conocimiento milenario. Se trata de transmitir los procedimientos diagnósticos y terapéuticos de la medicina tradicional china.
El problema es que las investigaciones más recientemente publicadas con metodología científica suelen coincidir en que todas estas cosas son… bueno, un cuento chino, y que un acercamiento racional a esas prácticas lo que aconseja es dejarlas de lado. Pero seguramente no será esa la conclusión del curso, ¿verdad?
Imagino que para la calvicie también probaste la medicina convencional y que tal?
Pues verás, fui a un dermatólogo, me dijo que no existía ningún tratamiento, nos dimos los buenos días y ya está. Ya ves, la «medicina convencional», como la denominas, ni siquiera intentó timarme.
¡Zas! ¡Excelente respuesta!