Los márgenes de Duque y Montón (I)

Por Fernando Frías, el 11 junio, 2018. Categoría(s): General • Ministerio de Ciencia y Universidades • Ministerio de Sanidad ✎ 9

"Astroduque, eres nuestra única esperanza"

Hace apenas dos semanas teníamos una ministra de Sanidad que decía estar «ocupada y preocupada» por las pseudoterapias, pero que acababa de aprobar una Orden Ministerial «exprés» (sin exposición pública, sin trámite de alegaciones, sin memorias legislativa, económica o de ningún tipo…) para legalizar los productos homeopáticos y, de paso, perdonar una millonada a sus fabricantes. Y ahí se acababa su «preocupación»: ni siquiera se molestó en impulsar de nuevo la reforma del Real Decreto 1277/2003, sobre autorización de centros y servicios sanitarios, una buena oportunidad para dejar otra vez bien claro que las actividades sanitarias (incluyendo las de fantasía) son competencia de los profesionales sanitarios debidamente titulados, y que no existe ese «vacío legal» que algunas asociaciones de curanderos esgrimen para justificar que sus asociados estén «tratando» enfermos sin estar cualificados ni para poner una tirita. Vamos, que en lo tocante a la protección de los ciudadanos frente a las pseudociencias era como si el Ministerio de Sanidad no existiera.

Que es lo que le pasaba al de Ciencia: sencillamente no existía.

Y, casi de repente, nos encontramos con nada menos que a Carmen Montón como ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, y a Pedro Duque como ministro de Ciencia, Innovación y Universidades.

Algunos tuits de Pedro Duque criticando diversas pseudociencias

La posición de Pedro Duque respecto a las pseudociencias no es ningún secreto, y no hay más que echar un vistazo a su cuenta de twitter para comprobarlo: desde terapias de pacotilla como la homeopatía o el reiki hasta ese disparate que parece estar resurgiendo últimamente, la creencia de que la Tierra es plana, han sido objeto de los tuits críticos de nuestro flamante ministro.

En cuanto a Carmen Montón, seguro que recuerdan que el año pasado fue noticia por la postura beligerante contra las pseudociencias que adoptó la Consellería de Sanidad de la Comunidad Valenciana. Y, sin ir más lejos, fue ella quien lideró la oposición a la infame Orden Ministerial homeopática en el último Consejo Interterritorial.

De modo que ahora tenemos nada menos que dos ministros con posturas clara e inequívocamente opuestas a las pseudociencias, y además en los Ministerios clave para combatirlas. Algo que, insisto, no podíamos ni imaginar hace solo unas pocas semanas.

Naturalmente, ante este panorama los escépticos estamos de enhorabuena, pero los charlatanes no tanto: los nuevos ministros ya han recibido duras críticas de personajillos que ven peligrar sus distintas variantes del nada noble arte de desplumar a incautos. Otros, más sensatos, se han apresurado a asegurar que están dispuestos a colaborar con el nuevo gobierno, como cuenta Antonio Villarreal en este artículo cuya imagen principal es un magistral resumen de la situación en la que se están viendo.

Imagen del artículo de El Confidencial: una mano saliendo del agua

En cuanto a mí, imaginen el panorama: una ministra de Sanidad absolutamente contraria a las pseudoterapias, un ministro de Universidades muy crítico con las pseudociencias… dan ganas de hacer unas palomitas, buscar un sillón cómodo y y sentarse a disfrutar del espectáculo, ¿verdad?

Pero no: como la propia Carmen Montón ha recordado en su primera entrevista tras su nombramiento, hay límites que condicionan y acotan los márgenes de actuación de los ministros. Algunos de estos límites serán normativos, como los que mencionaba la ministra en relación con la normativa europea sobre los productos homeopáticos,

Fragmento de la entrevista a Carmen Montón en el que recuerda que hay que estudiar los márgenes que permite la normativa europea en la regulación de los productos homeopáticos

o los existentes en nuestras propias normas: recordemos que España es uno de los países más descentralizados del mundo, y que el Gobierno nacional muchas veces solo conserva las competencias de legislación básica, pero casi todas las restantes corresponden a las Comunidades Autónomas (y, en el caso del ministerio de Pedro Duque, también a las mismas Universidades).

Naturalmente, hay también otros límites, como los presupuestarios: Pedro Duque, por ejemplo, tendrá que lidiar con la ruinosa financiación de la ciencia en España. Por no hablar de los puramente políticos: desde las prioridades que establezca el Gobierno y cada uno de los Ministerios hasta las dificultades derivadas del hecho de que el grupo parlamentario socialista esté en minoría, y ni siquiera sea el más numeroso de la Cámara.

Temas todos ellos muy interesantes, pero aquí, insisto, nos ceñiremos a la lucha contra las pseudociencias: a qué se puede y qué no se puede hacer. Para lo cual empezaremos precisamente por eso que nos proponía la entrevista a Carmen Montón: en la próxima entrada trataremos el margen de maniobra respecto a la regulación de los productos homeopáticos.
P.S.: Que aquí me vaya a centrar en la pseudociencia no quiere decir que, como buen aficionado a la ciencia, no deje de echarle un ojo a las perspectivas que la creación del Ministerio dirigido por Pedro Duque abre para la investigación científica y técnica. Javier Peláez ha escrito un interesantísimo artículo sobre los retos, problemas (y algunas soluciones) a los que se enfrentará el nuevo ministro, quien por cierto ha «acusado recibo» del texto. Léanlo, que merece la pena.



9 Comentarios

  1. Sobre los nuevos nombramientos y las esperanzas (o no) yo creo que sería conveniente parafrasear a Churchill:

    «Ahora, esto no es el final. No es ni tan siquiera el principio del final. Pero es, quizás, el final del principio».

  2. Fernando, si desde plataformas pro-ciencia (y anti-pseudociencias) como Naukas conseguís que un par de ministros de España os presten atención, no hay que perderse en bobadas; ni hacer un dilatado serial.
    * En ciencia: lo fundamental no es la financiación en I+D regada con el BOE (que cita Peláez); sino el pago por objetivos. Sé de qué hablo. La cultura funcionarial española de la ciencia no existe en Europa, ni en EEUU. Al que consigue objetivos: se le da más dinero; al que no: se le recoloca en nuevos equipos.
    * En universidades: Rajoy ha tenido un informe en el cajón sobre cómo reestructurar la Universidad española (para evitar la endogamia, para conectar la empresa y la universidad, etc.) y no le ha hecho ni caso. Sólo hay que encontrar ese informe de expertos y aplicarlo.
    * En pseudociencias: dos claves (información veraz y educación). Ya te hablé de aquellas personas para los que la homeopatía «a ellos sí les funcionaba» y que ellos tenían tantos derechos como los demás ciudadanos. ¿Te acuerdas?. Pues la verdad es que no, que esa gente no tiene los mismos derechos. Sé que un gobierno progre nunca aceptará lo que yo digo, pero repito: la claves están en decir la verdad (todos los datos de los dineros que se manejan, a quienes benefician, las estadísticas de ensayos clínicos, etc.) y en reeducar a toda esa gente que creen en unicornios.
    Por otro lado, la duración de los ministros no debe ser mucho problema, porque un futuro gobierno de Ciudadanos o del renovado PP, ¿no contaría de nuevo con aquellos ministros que hayan dejado una excelente huella?. (Vamos, si lo hace bien, yo nombraría a Pedro Duque ministro perpetuo de ciencia y universidades).

  3. Muy bien, ahora a ver si la emprendéis contra la magufa antinuclear. Apuesto el sueldo a que no, que no le dedicaréis ni medio de los adjetivos que le habéis dedicado a la del PP mereciéndolos mucho más.

    Aquí Duque también se va a retratar. Tiene para largar por la ciencia contra el embuste del coste de la energía en el mismo consejo de ministros. No sé por qué, no doy un duro por la posibilidad de que le diga ni la más ligera crítica a esa magufa.

  4. La frase que «España es uno de los países más descentralizados del mundo»… también habría que pasarla por la lupa del escepticismo. Habría que fijarse mas en los hechos y no en los mantras políticos que se van repitiendo continuamente sin demasiado sentido.

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