El miedo siempre ha sido un buen argumento de ventas, y los charlatanes, por supuesto, lo saben: desde el modesto hilito rojo para «proteger» contra el mal de ojo hasta los entramados empresariales para extender y explotar el pánico electromagnético, el miedo irracional es uno de los métodos preferidos para intentar timar a las personas (y a algún que otro Ayuntamiento).
Pero el miedo también sirve a los timadores para intentar protegerse cuando les descubren. Por ejemplo, es bastante habitual que las investigaciones sobre estafas paranormales tropiecen con el silencio de las víctimas y sus allegados, que temen que el tipo que les prometió limpiarles los malos espíritus y en su lugar les limpió los bolsillos tenga «poderes» de verdad y les lance una maldición si le delatan. Y también, por supuesto, que los familiares de las víctimas de los curanderos callen ante el miedo de que se les considere también a ellos responsables de las consecuencias del «tratamiento».
Y esto último es lo que, al parecer, está empezando a ocurrir en el mundillo de las curas milagrosas a base de lejía. Como seguramente recordarán, hace algunas semanas las autoridades se pusieron por fin en marcha contra los vendedores de «MMS», acrónimo con el que se intenta hacer pasar por medicamento un producto usado industrialmente como blanqueante y desinfectante, el clorito de sodio. La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios ya había alertado de que el «MMS» es un medicamento ilegal hace la friolera de ocho años, pero hasta ahora sus vendedores habían actuado con total impunidad y sin que nadie les molestase.
Hasta ahora. Porque cuando Josep Pàmies anunció la celebración de una jornada titulada «El autismo es recuperable», protagonizada por él y otros conocidos curanderos y dedicada a predicar el uso del clorito de sodio para «curar» el autismo, diversas asociaciones (AETAPI, FESPAU, CEPAMA, etc., etc.) reaccionaron con numerosas protestas y una exitosa recogida de firmas contra el acto. La Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP), por su parte, elaboró un contundente dossier alertando de la extensión y peligrosidad de esta práctica.
El resultado es conocido: Pàmies, confiando en su habitual impunidad, celebró la jornada, y la Generalitat impuso a la asociación que emplea como pantalla una multa de 600.000 €. Más aún: las gestiones de las asociaciones (encabezadas por la incansable Carmen Molina) con el Ministerio dieron como resultado que Sanidad llevase todo este asunto ante la Fiscalía General del Estado, que ha abierto la correspondiente investigación que presumiblemente acabará con más de un charlatán sentado en el banquillo.
Banquillo del que confían escapar recurriendo, como decíamos, al miedo. Ya en su momento, cuando Pàmies fingió hacer caso de las advertencias de la Generalitat de Cataluña y anunció la suspensión del acto, dejó caer este aviso (la negrita es mía):
«Nos han dicho que si hablamos del MMS nos enfrentamos a multas de 90.000 euros. Los padres ya tienen miedo de que la policía los identifiquen y les retiren la custodia. Están espantados. Hemos anulado el acto».
Pues bueno, según parece siguen con la misma táctica, y algunos padres de hijos autistas han comentado que les ha llegado el aviso de que, si denuncian que les vendieron MMS para tratar a sus hijos, las autoridades lo interpretarán como maltrato infantil y les retirarán la custodia de los menores.
No he visto esta amenaza disfrazada de advertencia en las páginas de internet de Pàmies y su entorno (quizá debido a la limpieza a la que las han sometido), pero me ha llegado ya por varias vías distintas, y desde luego parece congruente con lo que Pàmies decía en aquella entrevista o con algún comentario que, ¡qué pena, Josep!, alguien tuvo la ocurrencia de salvaguardar antes de que lo borrasen. Así que me parece conveniente que aclaremos bien las cosas.
Empezando por lo fundamental: la custodia de los hijos solo se retira en casos muy extremos, en los que hay claras evidencias de maltrato o abandono reiterados y que no parece posible evitar de otro modo. La Ley Orgánica de Protección Jurídica del Menor deja bien claro, en su artículo 11, que las administraciones públicas deben actuar ante todo en defensa del interés superior del menor, pero también deben tener como criterio básico
El mantenimiento en su familia de origen, salvo que no sea conveniente para su interés, en cuyo caso se garantizará la adopción de medidas de protección familiares y estables priorizando, en estos supuestos, el acogimiento familiar frente al institucional.
Si unos padres denuncian que alguien les ha vendido MMS para «curar el autismo» de su hijo, lo normal será que se evalúe la situación de ese menor y las consecuencias que para su salud haya tenido la ingestión de un producto tóxico, pero de ahí a quitar la custodia a los padres hay un trecho muy largo: lo normal es que lo hayan hecho de buena fe, con las mejores intenciones, y movidos por las mentiras de los curanderos y su entorno. Y en ese caso, evidentemente, nadie les va a quitar la custodia.
Más aún: el hecho de haber denunciado la situación al enterarse de lo que pasa o de qué es realmente el MMS y qué consecuencias puede tener su uso sería un punto a su favor, porque demostraría que nunca han querido causar ningún daño a su hijo.
Así que ya saben: si conocen a unos padres en esa situación, anímenles a que denuncien. La culpa de que les hayan engañado no es de ellos, sino de quienes les engañaron.
Y lo que peligra no es la guardia y custodia de su hijo, sino la salud de muchos otros niños.
Perdón por el off topic,
Este domingo vi en el programa de Iker Jiménez un debate sobre si las pseudomedicinas curan.
Debido al portazo que les ha dado el nuevo gobierno han pasado de las universidades a los programas de misterio, como el espiritismo, duendes y otras pamplinas. De las pocas buenas noticias que da la política.