Imaginen ustedes que existiese una Asamblea Nacional de Tarotistas y que una mañana se despachase con un comunicado titulado
España reconoce el Tarot como entretenimiento y no es una pseudociencia
Y que, tras ese uso creativo de las mayúsculas y la gramática (incluyendo la ausencia de punto final), explicase cosas como que, a pesar de las críticas de los malvados escépticos, la legislación española recoge el tarot como un simple entretenimiento, que garantiza su seguridad, y que se trata de una opción segura y de calidad y en beneficio de los usuarios. «Defendemos que ‘proteger los derechos de los usuarios y sus familias’, como piden los escépticos, ha de entenderse, de hecho, como la necesidad de asegurar que sea el usuario, debidamente informado y con total asesoramiento por parte de su tarotista, quien decida libremente sobre las diferentes opciones de adivinación del futuro».
«El tarot«, concluye la ANT, «no es una pseudociencia, ni puede calificarse como tal«.
Seguro que ni siquiera las carcajadas les impedirían ver los puntos débiles del comunicado. El más evidente, claro, es su afirmación de que el tarot no es una pseudociencia: venden eso, viven de eso, ¿qué iban a decir? ¿Que timan a la gente?
Pero para mí lo más absurdo es lo de apelar a las leyes. Vale, sí, es cierto que la legislación española reconoce la existencia del tarot, regula en ciertos casos su ejercicio y hasta limita el horario de emisión de programas de tarotistas en los medios de comunicación. Y no se rían, por favor: que la norma sobre asignación de teléfonos considere al tarot un «entretenimiento» o que la Ley General de la Comunicación Audiovisual establezca unas limitaciones horarias que nunca se cumplen no tiene ninguna gracia.
En cualquier caso, la cuestión es que el tarot está regulado, sí, pero eso no quiere decir que sea una actividad buena, recomendable, eficaz o incluso (en el sentido no jurídico del término) legítima. Hay muchas actividades legales que son perfectamente rechazables: legal es la venta y consumo de tabaco o bebidas alcohólicas, legales son las apuestas deportivas o las máquinas tragaperras, y, en fin, legal es (mejor dicho, será cuando por fin alguno obtenga su autorización) la venta de productos homeopáticos como si fueran medicamentos.
Que es (seguro que lo adivinaron sin necesidad de echar las cartas) de lo que trata el verdadero comunicado. Ante la enorme repercusión del primer Manifiesto internacional contra las pseudociencias en la salud, la Asamblea Nacional de Homeopatía ha creído oportuno lanzar una respuesta que publica el que de momento parece ser el único medio que aún les hace caso, «Acta Sanitaria». Y sus «argumentos» son esos mismos: que lo que ellos venden es muy bueno y eficaz, y que además es legal.
Cosa que también tiene su gracia, porque precisamente de lo que se queja el Manifiesto internacional es de que la legislación europea permite este tipo de trampas. Y por partida doble, como veremos.
Así que ya ven: un comunicado en el que los vendedores dicen que lo suyo funciona, y que recuerda a los críticos que existe la misma legislación que estos critican. Seguro que va a ser tan eficaz como la homeopatía, ¿verdad?
En fin, que a veces parece que tomen a sus clientes/creyentes por tontos. Y a veces algunos de ellos se empeñan en darles la razón…
Coda: Ya que hablamos de la Asamblea Nacional de Homeopatía, recordemos que es una de las entidades que se sumaron con entusiasmo al acoso judicial contra la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP). Sin éxito: su querella fue finalmente archivada por el juzgado el 15 de mayo de 2020.
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