Supongo que a estas alturas ya sabrán que el Ayuntamiento de Pamplona ha declarado a la ciudad «libre de transgénicos», una medida, como bien dice el «Ecologista transgénico«, muy indicativa de
la profunda incultura científica del país y de nuestros políticos, más preocupados en medidas de cara a la galería y sin ningún efecto, que en medidas que realmente afectan a su municipio.
Y es que, en efecto, una declaración de este tipo no tiene ningún efecto legal, ya que ni entra dentro de las competencias municipales ni (afortunadamente) es posible llevarla a cabo.
Pero esto no implica que la decisión sea totalmente inútil. De hecho, en nuestras manos está en convertirla en un auténtico servicio a la sociedad, para lo cual me permito rescatar y actualizar una vieja idea que ya planteé en 2010 a propósito de estas bobadas. Lean, lean:
Todo el mundo sabe lo que son los transgénicos: esas cosas que, si uno hace caso a los apocalípticos ecologistas, son auténticas invenciones del mismísimo Mefistófeles con las que por lo visto nos vamos a cargar el mundo mundial y parte del extranjero. Bueno, eso salvo que en vez de propaganda prefiramos buscar información (de la de verdad) para saber realmente de qué va la cosa.
Los transgénicos nos han traído realidades tan prometedoras como el arroz dorado (aunque para otros, por supuesto bien comidos y, a juzgar por el contenido del artículo, posiblemente mejor bebidos, sea también algo salido de las calderas de Pedro Botero), la verdadera contribución al cuidado del entorno de este tipo de organismos, o incluso sus múltiples usos, muchos de ellos poco conocidos o incluso insospechados. Por ejemplo; seguro que conocen esto:
Bueno, yo tampoco, pero esto seguro que sí:
Lo que no se conoce tanto es que ambos billetes (y los de denominaciones intermedias) se elaboran con algodón en buena medida de origen transgénico.
Bien. El caso es que hace ya unos años iba yo dándole vueltas a esto, y también a la moda de que municipios, provincias y hasta Comunidades Autónomas completas se declaren «zonas libres de transgénicos». Pueden ver de qué va eso, por ejemplo, en esta web de Ecologistas en Acción, organización que ya en otras ocasiones nos ha demostrado su rigor y fiabilidad. Por no hablar de su comprometidísimo pacifismo, claro.
Y entonces es cuando se me ha ocurrido la idea, que con gusto someto a su consideración.
Supongamos que montamos una ONG, pongamos «Magufos sin Fronteras», que enfocase su labor humanitaria en un doble sentido. Por un lado, para que esos municipios, provincias y Comunidades puedan mantenerse realmente «libres de transgénicos» nos ofreceríamos a recoger gratuitamente todos los billetes presentes en la zona. Hasta podríamos empezar con alguna de esas vistosas ceremonias que tanto gustan a las autoridades de toda orientación, en la que simbólicamente nos hicieran entrega del contenido de sus carteras para dar ejemplo a la ciudadanía.
Y luego destinaríamos ese dinero (que por supuesto sería un buen pico) a ayudar a los más desfavorecidos. Pero a los más, más desfavorecidos de verdad. Por ejemplo, cada vez que se produce una desgracia muchas organizaciones acuden en ayuda de los afectados, pero poca gente sabe que entre ellas se encuentran cosas como Homeópatas sin fronteras, Acupuntores sin fronteras y otra larga serie de entidades del mismo pelaje, que culminan nada menos que con la Iglesia de la Cienciología.
Así que nosotros financiaríamos a otras organizaciones humanitarias (pero de las auténticas) para que se ocupasen de que los así tratados recibieran a continuación medicamentos y tratamientos médicos, pero de los verdad.
Con lo cual, además, cumpliríamos un noble objetivo más: la distribución de riqueza, desde los más ricos y tontos hasta los más pobres que, encima, son chuleados por los vendedores de terapias de pacotilla.
¿A que es una buena idea?
Actualización: Un grupo de científicos navarros ha hecho público este comunicado, que merece la pena leer y difundir.
Hoy en Mendigorría y mañana en Pamplona, tenemos un par de charlas en las que participan Joserra Olarieta y otros antitransgénicos https://pamplonaactual.com/pamplona-y-mendigorria-acogen-unas-jornadas-de-reflexion-sobre-los-transgenicos/ . Supongo que algo tendrá que ver con el absurdo de la declaración «libre de transgénicos». Al final anuncian tiempo de debate, habrá que verlo.
Venga.
Seguro que tenía que ver. En algún otro sitio también organizaron alguna charla coincidiendo con la solemne declaración. ¿Sabes algo de esos debates?
No estuve en las charlas, y de momento no me he enterado si había alguien con capacidad de respuesta en el supuesto debate posterior.
Lo que si que hay es una carta informativa firmada por algunos científicos que trabajan en Navarra https://microbioun.blogspot.com.es/2018/03/pamplona-libre-de-transgenicos.html?spref=tw&m=1 . Supongo que a estas alturas ya la conocías.
Venga.
Me uno a Magufos sin Fronteras, pero mi objetivo real es crear una facción radical, Acción Antimagufa, con el fin de introducir tomates transgénicos en las ensaladas magufas…
Pero eso solo sirve si luego les avisas. Si no lo haces no se van a enterar 😉
A ver si lo que hace falta es el arroz dorado aquí porque la falta de vitamina A produce CEGUERA!
Con aquí me refiero en España y la falta de vitamina en algunos magufos. Todo es posible…
¿Por que no llevan la declaración a sus ultimas consecuencias?. Si tan convencidos están respecto a los transgénicos que empiecen por el facil, el más antiguo.
¡Venga valientes que no se diga! ¡¡ Prohibir que en Pamplona se venda insulina!! Es más, prohibir tambien que la gente se pinche insulina en Pamplona, pues si la trae de otras ciudades estan contraviniendo la imperial norma de libre de transgénicos. Venga valientes, que se vea el espiritu navarro- ¡Ah y no vengais luego con exusitas de ursulina alegado que solo se refieren a los alimentos o ¿acaso pensais que un transgénico que se come (y tendrá que pasar por un largo proceso digestivo) es más «peligroso» que uno que te lo adminstra directamente con un pinchazo?
Y ya puestos, prohibir tambien las camisetas de algodón transgénico que despues los toros sufren mucho. Imaginad la depresión que puede sufrir el pobre toro cuanado tras pinchar en la espalda o en la barriga a un corredor se entere que su sagrado cuerno ha estado en contacto con un producto transgénico ¡Cuanto sufrimiento gratuito para el pobre bicho! ¡No solo pasara las de cain despues en la plaza sino que sus cuernos seran impuros! ¡Que crueldad más gratuita!
Discrepo. Más bien no existen estudios a largo plazo, de que el consumo alimentario de transgénicos sea perjudicial para la salud porque NO INVESTIGAN y además NO FINANCIAN este tipo de investigaciones, porque NO INTERESA.
Aparte de eso. El peligro de compañías como MONSANTO, más allá de cuestión de la salud, es el monopolio brutal que están ejerciendo sobre las semillas. De hecho, están patentando organismos biológicos y la población está perdiendo la SOBERANÍA ALIMENTARIA.
En EE.UU. muchos agricultores tuvieron la desgracia de que en sus campos cayeron unas cuantas semillas de transgénicos y MONSANTO se metió en sus campos, analizó y después denunció a miles de pequeños agricultores. Que año tras año deben comprar sus semillas a la compañía porque señores, LOS TRANSGÉNICOS SON ESTÉRILES.
Solo por eso debería ponerse coto a esta corporación.
Hace ya cinco años se habían publicado más de dos mil estudios que acreditan la seguridad de estos organismos. En 2004 se publicó otro interesante estudio sobre la dieta de cien millones de animales de granja a lo largo de treinta años, que mostraba que su alimentación con piensos a base de organismos genéticamente modificados tampoco había producido el más mínimo efecto sobre su salud.
Tampoco hay que investigar mucho para comprobar que existen muchas empresas y organismos públicos que investigan y crean organismos genéticamente modificados, no solo Monsanto; de hecho Monsanto solo domina el mercado europeo, y únicamente porque la desquiciada postura de los países de Europa impide la aprobación de nuevas variedades con otros titulares.
Lo de los agricultores perseguidos porque en sus campos cayeron algunas semillas de transgénicos es una vieja historia, pero su base real es bastante endeble. En el caso más conocido, por ejemplo, el de Percy Schmeiser, resulta que ni las semillas eran transgénicas, ni eran de Monsanto, ni «cayeron accidentalmente» (a no ser que consideres «accidental» ir a robarlas con un camión, claro). Pasa como con ese otro gran mito de las semillas estériles: basta con hacer una simple consulta en la Wikipedia para comprobar que jamás se ha comercializado, y que nadie vende semillas transgénicas estériles.
En definitiva: cometes algunos de los errores típicos de cuando tu único «argumento» es Monsanto. Empresa a la que puedes mirar como si fuera el demonio reencarnado si quieres, pero no la confundas con los transgénicos: hay que aprender a distinguir.
Saludos.